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25 de mayo de 2006

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en Español:

"Bajo el Libro del Evangelio"

Reflexiones del viaje a Roma

Ilustración del Libro del Evangelio abierto por encima de la cabeza del Obispo

Bajo el Libro
del Evangelio


+ Obispo Robert
C Morlino

Queridos amigos,

Permítanme por favor reflexionar con ustedes los maravillosos eventos en la cual fui bendecido por el Señor al participar durante mis días en Roma. Los momentos más importantes son siempre los de compartir con el Santo Padre, aunque generalmente son muy breves -muy apreciados, no obstante. Tuve la oportunidad de saludar al Santo Padre en tres ocasiones - dos veces en la Audiencia General de los miércoles el 3 y 10 de mayo y una vez más cuando el Santo Padre concelebró Misa para honrar y celebrar el 500avo aniversario de la Guardia Suiza.

Las invitaciones para concelebrar en la Misa honrando la Guardia Suiza fueron emitidas por la Guardia Suiza y yo estuve muy emocionado y honrado al haber sido invitado a concelebrar. Los Sacerdotes Bartylla y Sternberg también fueron invitados a esta concelebración.

La concelebración con el Papa Benedicto XVI es relativamente una oportunidad rara, hasta el punto donde a veces yo había imaginado si algún día yo disfrutaría esta bendición en particular, porque una concelebración con el Papa Benedicto está disponible generalmente solo los Jueves Santos. De otra forma está reservada a grupos muy particulares de cardenales y obispos, entre los cuales no esperaría estar. Así eso fue una emoción particular y un gozo muy especial, especialmente tomando en cuenta que a través de los años he conocido muchos Guardias Suizos como buenos amigos.

Después de la Misa, que fue tan preciosa de todos modos, el Papa saludó a los obispos, como veinte que habían concelebrado con Él, y como lo dije, siempre hay un gran privilegio, emoción, y bendición para mí.

Audiencias y reuniones

La Audiencia General del 3 de mayo, como le prometí al Santo Padre nuestra fidelidad sin cesar y verdadera obediencia amorosa como su rebaño en la Diócesis de Madison, además le pedí que rogara por nosotros al mirar hacia el futuro de nuestra Iglesia Catedral, la cual se había quemado. El Santo Padre expresó un interés muy profundo y prometió orar.

Cuando vi al Santo Padre el miércoles siguiente, el 10 de mayo, habiéndolo visto brevemente dos veces antes en un periodo corto, él me comentó, " Usted deber de construir una Catedral digna, una la cual sea un símbolo poderoso de la presencia de Cristo y Su Iglesia entre la gente, del Amor de Él por ellos." Sus palabras fueron palabras de consejo, y no una orden directa, pero las tomé como muy fortalecedoras en lo que va a ser una tarea muy aflictiva. Al reunirme con algunos de los colaboradores del Santo Padre acerca del asunto de la Catedral, la importancia de comprometer a todos los que quieran comprometerse en el proceso que lleva a esa decisión, y como todos ustedes saben ya hemos empezado y continuaremos adelante.

También visité la Congregación por las Causas de los Santos que facilitan el proceso continuo que se sigue hacia la canonización del Padre Samuel Mazzuchelli y permitirme ser informado claramente de mí papel en ese proceso particular. La reunión fue muy útil. Hubo otras reuniones la cual tuve que participar, los asuntos los cuales son confidenciales en un futuro próximo, aunque dejen decirles simplemente que las reuniones tomaron mucho tiempo.

Tumba de San Pedro y la Capilla Sistina

La visita a la Tumba de San Pedro y a las excavaciones, claramente, el ver los compartimientos donde reposan los restos de San Pedro, siempre es un momento de fortaleza e inspiración. Pedro, que negó a Cristo tres veces, llegó a ser el jefe de los apóstoles y murió con una muerte de mártir. Pedro regularmente en la Escritura mostró sus debilidades y pecados. Uno no puede dejar de ser tremendamente fortalecido por la experiencia de la gracia de Dios trabajando en Pedro y en el trabajo de los sucesores, los apóstoles, los obispos, aunque no merezcamos.

Entonces tuve la oportunidad de visitar privadamente la Capilla Sistina. Yo no había estado en la Capilla Sistina de esa forma privada y prolongada, desde los últimos años de 1980, el cual tuve una gran renovación de la experiencia. Cada vez que uno ve las preciosas pinturas en la Capilla, especialmente el Último Juicio de Michelangelo uno puede ver los diferentes aspectos, uno nota cosas diferentes porque nunca hay tiempo suficiente, o oportunidad, o luz, dado el día, para poder apreciar absolutamente todo.

Este año estuve particularmente atraído por la pintura de Michelangelo de la proximidad de María a Cristo, el Juez. Siendo este el mes de María, yo estaba particularmente y fiablemente al tanto de ella en esta pintura tan magnífica. Todos los otros santos en la pintura están, por lo menos, a un poca distancia de Cristo, el Juez. Pero nuestra Santa Madre está muy cerca en unidad con Él, porque ella es la Reina del Cielo y la Tierra y la Madre de Todos los Santos.

Interesantemente, en la pintura María no está mirando a su Hijo glorificado, ni Él está mirándola. Más bien, cada uno está mirando en una dirección opuesta como para mirar todo el panorama. Cristo el Juez, es amor y misericordia y ella es la Madre de la Misericordia. La mirada de ambos, mirando en direcciones opuestas, abarca a todos los que aceptan el regalo de la Gran Misericordia de Cristo. La cooperación materna libre de María fue esencial al llevar a cabo este plan maravilloso de Misericordia.

Y por eso es que el mes de mayo y octubre están dedicados a ella en una forma especial. La devoción por todos los otros santos se anima mucho pero la devoción de cualquier santo en particular nunca es requisito, excepto en el caso de Nuestra Santa Madre. Por la cooperación materna libre de ella, lo cual fue esencial para Cristo al completar el trabajo de la salvación, debemos de ser devotos a ella como la Madre de Dios, la Madre de la Iglesia, y nuestra madre. No estamos obligados a expresar esa devoción en una forma particular - el Rosario siempre se recomienda mucho- pero la devoción a María es un elemento esencial en la vida de la fe de cualquier católico que en realidad entiende el papel especial privilegiado que María disfrutó en la salvación de cada uno de nosotros.

Así al continuar con el mes de mayo, espero que esta reflexión del lugar de María, al lado de Jesús, en el Último Juicio de Michelangelo, mezcle la devoción que el Señor desea que sea el regalo de Él para todos nosotros.

Pero último, yo los recordé a todos ustedes y a sus seres amados ante el Señor en oración durante las Misas celebradas y en los lugares santos que pude visitar en Roma. Siempre están muy cerca de mi corazón, y les agradezco por sus oraciones durante mi viaje a Roma y sepan que cuentos con ellas todos los días. Muchas gracias por leer este artículo y que Dios los bendiga a todos. ¡Bendito sea Jesucristo!


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